La verdad escondida

Al igual que el destino de una persona puede ser limitado por experiencias traumáticas, así también una nación puede ser traumatizada y afectada. Consultamos al Señor a cerca de qué cosas marcaron a Argentina.

El terremoto de Caucete, provincia de San Juan (1944)

El año de sanidad, el primero dentro de nuestra agenda, quedo perfectamente establecido al quebrarse un sello de orfandad que hemos sufrido desde de 1944. El 15 de enero de ese año, un terremoto de 9 puntos en la escala de mercali modificada, azotó a la región dejando miles de niños huérfanos. Este sismo en Argentina se considera el evento más destructivo que se haya registrado en el país.

Pocos días después de nuestro accionar de oración los diarios de San Juan publicaron la noticia que demolerían de una vez por todas el viejo hospital del que el ala de maternidad fue clave en reunir a los huérfanos del terremoto. Estos miles de niños fueron enviados luego por tren a diferentes partes del país sin leyes de adopción que pudieran ordenar sus destinos, separando hermanos, sin verificar dar chance a familiares en el país que los podían reclamar. La solución fue práctica, pero desgarradora y el reino de Dios es muy sensible a todo nivel de injusticia que se hace con los niños.

Mirad que no despreciéis a uno de estos pequeñitos, porque os digo que sus ángeles en los cielos contemplan siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Mateo 18:10 (LBLA)

La orfandad. La verdad escondida

Muchos traumas y conflictos internos acompañan la vida de alguien privado de sus padres ya sea por muerte o abandono. La orfandad desliga al ser humano del concepto correcto de paternidad y maternidad. En Argentina es una triste realidad que acompaña a cientos de niños que pasan toda su infancia en institutos para menores esperando ser adoptados.

Los datos son preocupantes, en la actualidad cerca de 10.000 chicos esperan un hogar debido a las dificultades que presenta el sistema de adopción vigente. Esta situación no sólo vulnera el derecho de los niños a tener una familia, sino que también frustra los deseos genuinos de cientos de matrimonios que buscan adoptar.

Esa espera puede llevar más de 10 años en hogares del Estado. Para ellos es toda su infancia. Las instituciones donde estos niños esperan son precarias y frías, carentes de un ambiente familiar. Cuanto más tiempo pasa, la probabilidad de adopción se torna más difícil ya que las familias generalmente no adoptan a niños más grandes.

Si durante esa espera el niño recibe la visita de un familiar, no puede entrar en estado de adopción porque se interpreta que el vínculo con su familia biológica no está roto. Esta situación puede repetirse indefinidamente hasta que cumpla los 18 años, con lo que a la larga se le impide

La lentitud del aparato estatal acarrea consecuencias complejas provocando desencuentros entre los que esperan ser adoptados y los que buscan adoptar. Además de que la falta de resolución de los trámites judiciales de adopción da pie a delitos tales como el robo de bebés para su comercialización, o el alquiler de vientres maternos. Debemos orar por una ley de adopción sensata y justa.

A partir de este punto en la historia, nos queda a todos la responsabilidad de extender este tiempo de salud a toda la Nación a través de eventos de sanidad, escuelas de sanidad, campamentos, retiros. Con esto también hacemos un llamado a todos los ministerios que estamos dedicados a estas tareas de sanidad interior y consejería a que profundicemos el trabajo de investigación sobre la orfandad en todos sus tipos y sus efectos en la iglesia durante este año para poder ministrarlos con entendimiento. Instamos a que podamos sacar de las Escrituras sabiduría para ministrar de manera creativa y fresca este tema latente en nuestro país.

Estamos seguros que veremos resultados. No descartamos para nada los esfuerzos hechos en años anteriores, la diferencia ahora es que tu acción no será un esfuerzo aislado sino que será parte de una agenda nacional de sanidad por nuestra Nación.

Entonces reedificarán las ruinas antiguas, levantarán los lugares devastados de antaño, y restaurarán las ciudades arruinadas, los lugares devastados de muchas generaciones. (Isaías 61 BTX)

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